Ayer, después de Tikal, nos dirigimos hacia Sayaxé (a medio camino entre Tikal e Ixcán). Allí, en medio de la selva, Juan Miguel, uno de nuestros amigos de Guate, tiene una cabaña.
FOTO. En la barca... hacia nuestra morada selvática.
Llegamos al anochecer. Dejamos los 4x4’s al final de un camino y allá tuvimos que agarrar una canoa que nos llevaría hasta la cabaña. El peligro del trayecto era la subida y bajada de la canoa en la orilla, puesto que en el río habitaban unos nada simpáticos animales: lagartos. ¿Lagartos? Parecen inofensivos. Pero los lagartos en Guatemala son los cocodrilos para los españoles. Ya no parece tan poco peligroso, ¿no? Al anochecer hay más posibilidades de ataque. Tuvimos suerte: nada pasó y llegamos felizmente a la cabaña.
Una vez allí aprovechamos para darnos una buena ducha (por supuesto de agua fría) y cenamos comida precocinada. Pronto nos fuimos a dormir.
La cabaña no tenía paredes sólidas y estaba revestida sólo por mosquiteras, con lo cual pudimos dormir escuchando por completo todos los sonidos de la selva.
FOTO. Por la mañana en la selva.
Al despertarnos aprovechamos para irnos a dar un buen chapuzón al río y después cada uno siguió su camino: la mayoría volvieron a Cobán y nosotros (Marta, Cris y yo) regresamos a Ixcán.
En el camino de regreso agarramos una furgoneta, como siempre. Nos subimos y entramos a presión puesto que venía llena por completo. Cristina y Marta tuvieron que dejar las mochilas en la baca de la furgoneta. Allí las subió el chico encargado de cobrarnos. Cuando Cristina se percató que no tenía la mochila con el candado asegurándola, pidió que se la bajara. Lo primero que comprobó fue un departamento de su bolsa donde tenía su Iphone. ¡Ya había desaparecido!
Intentó por las buenas recuperarlo y el chico se hizo el loco por completo. Él había sido el único que había subido a la baca y tanto Marta como yo habíamos visto a Cristina guardar su Iphone en ese departamento hacía unos minutos.
Nada se pudo hacer y la desesperación (más por la importancia de los documentos que habían que por su valor material) le llevó a ponerse en contacto con nuestra Licenciada. Ella le tranquilizó después de escuchar todo lo que había sucedido y le dijo que intentaría hacer algo.
Antes de llegar a Ixcán una patrulla con dos policías paran el vehículo. De repente aparece la Licenciada con otra patrulla; ésta última con 7 policías más el oficial del Municipio de Ixcán. Esa redada fue increíble. Explicamos lo acontecido y les llevaron a comisaría para tomarles declaración. Nada se consiguió (no apareció el Iphone), sin embargo era una forma para tenerlos fichados por si volvía a pasar algo similar.
La verdad es que nos arriesgamos bastante a la hora de denunciarlo. Pero Cristina no se podía quedar de brazos cruzados e hizo lo que le tocaba: defender su derecho, pese a las posibles consecuencias.
¿Consecuencias? ¿A qué me refiero? En España no hay consecuencias. Pues bien, la Licenciada nos comentó que habíamos hecho lo que teníamos que hacer, pero que nos tenía que avisar de algo. Hacía unos meses una pasante vivió una experiencia similar y, como no podía ser menos de un estudiante de Derecho (y debería ser de cualquier ciudadano), denunció. El fin de semana siguiente que quiso agarrar una furgoneta para salir de Ixcán, ninguna furgoneta le quiso llevar.
Nuestras caras fueron de horror. ¿Eso significa que no podremos salir de Ixcán en semanas?
CANCIÓN. Carlos Vives – “Déjame Entrar”
http://www.youtube.com/watch?v=FKq42-YoOUg
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