Son las 21.15 (las 9.15 PM, aquí en Guatemala). Escribo estas líneas en mi habitación individual (de unos 9 metros cuadrados) con un baño (de unos 4 metros cuadrados). La habitación tiene una mano de pintura clara en las paredes, unas baldosas grandes en el suelo y un falso techo de madera por el que entra la luz del día por la mañana entre tabla y tabla, cuando no entran mis compañeras de habitación: las cucarachas. He aprendido, muy a mi pesar, a convivir con ellas y a “invitarles a abandonar la habitación” aunque no suelen querer por el cariño que me tienen y las termino matándolas.
FOTO. La tormenta.
Fuera está lloviendo; lloviendo con fuerza, con ganas. Las gotas parecen no caer sino ser tiradas desde el cielo con fuerza. Los truenos dan a las lluvias aquí un aire de grandeza, de dureza.
Aquí se nota más la energía y la supremacía de la naturaleza. Guatemala es una tierra que se encuentra entre dos placas tectónicas y la actividad sísmica es muy habitual y, muchas veces, verdaderamente devastadora. Sus manifestaciones son en forma de terremotos o erupción de volcanes. Por otro lado, la mezcla de aires cálidos con fríos, hace que las inundaciones sean habituales a causa de tormentas o algún huracán. O sea, mamá y papá, ¡estad tranquilos! He decidido no publicar en la red este diario hasta no aterrizar en España para obviar el sufrimiento e inseguridad que les puede producir, o mejor dicho no agravar esta sensación.
Ahora mismo lo que más me ha impactado de mi día ha sido la conversación que acabamos de tener después de haber cenado, en la sobremesa, con Ramiro. Ramiro es el conserje, el camarero,… Es una persona que las pocas limitaciones que tiene (como todos), las suple con creces con su buen humor, su atención, su educación y su dedicación. Algo que en España está quedando en el olvido en la hostelería, los restaurantes y demás lugares abiertos al público siendo como es el turismo una gran fuente de riqueza.
Volviendo al tema (y después de esta crítica sincera y doliente de la realidad española), sigo.
Ramiro es indígena Quiché. Junto con el español habla bastante bien este dialecto maya que es mayoritario en esta zona (Alta Verapaz, de la cual es capital Cobán; donde nos encontramos). Es una persona “chaparra” (como llaman aquí a las personas bajitas), delgado, de piel morena, pelo negro, una cara plana y ancha, y, lo más característico de él es su sonrisa tierna pero pícara. Viste una camisa blanca arremangada entre los codos y las muñecas, y unos pantalones y unos zapatos serios y formales negros, ambos.
Ahora, antes de llegar a la habitación y después de la cena, se ha quedado con nosotros entre una tanda de recogida de platos y otra. Nosotros hemos empezado a preguntar posibles rutas turísticas interesantes y sobre la posibilidad de alquilar un coche. Después de una charla informativa ha llegado una charla más personal. Una charla de la que verdaderamente disfrutas cuando vas a conocer otros lugares y culturas, otras personas y formas de ver la vida. Hemos intercambiado preguntas y respuestas sobre nuestras vidas. Aquí me he dado cuenta de lo relativo que es todo: el paso del tiempo, la madurez, la vida,…
Ramiro tiene 24 años y tiene dos hijas. Una de ellas la tiene con su pareja de hecho actual; ésta es la mayor (de 6 años), mientras que la pequeña (de 3) fue un “desliz”; o varios deslices con una sola “sorpresa” (esto es cosecha de mi imaginación). Pese a que el matrimonio es promovido por la legislación guatemalteca como la forma oficial de unión entre parejas, heterosexuales, claro, las parejas de hecho están muy extendidas entre la población.
Ramiro nos explica que todos sus amigos (de su edad) tienen hijos y que muy pocos están oficialmente casados. La realidad guatemalteca es que los hombres, en muchas ocasiones, al tener hijos se desentienden o al inicio o en algún momento posterior, de sus responsabilidades. Esta situación, al contrario de ser la excepción, se produce a menudo.
Tiene 8 hermanos. Algunos viven en Comunidades (poblaciones o regiones mayas) y otros en poblados o ciudades. Los tiene repartidos por la zona central de Guatemala (alrededores de Cobán, más o menos lejos).
FOTOS. Edificio del Hostal de Doña Victoria.
Ramiro nos ha comentado que el edificio donde estamos hospedados tiene 400 años y es un antiguo convento. De hecho, y como curiosidad, tiene un paso secreto subterráneo del antiguo convento (ahora hostal) a la catedral. Ya os contaré más historias de este edificio otro día.
La conversación dio para mucho. Con lo que me quedo, aparte de lo que he aprendido, es con la sinceridad y naturalidad de este muchacho, que teniendo un año más que yo, ha recorrido pasos que me quedan mucho tiempo por recorrer y otros que, a lo mejor, nunca caminaré.
Por la mañana hemos desayunado y, después ido a trabajar. Del hostal a las oficinas tenemos 10 minutos de caminata a paso alegre. Poco a poco te encuentras más cómodo por la calle y te atreves a mirar más a los ojos de la gente. Algunas personas tienen una mirada oscura, negra, que no denota paz sino guerra, conflicto. Éstas son las menos y generalmente son miradas de hombres de mediana edad. El resto son miradas llenas de energía, de fuerza, de esperanza. Y generalmente, cuando hay contacto visual no es incómodo sino muy natural. Incluso muchas veces va acompañado de una sonrisa que transmite mucha fuerza y conexión.
FOTO. Miradas y sonrisas mayas.
Alguna vez he comentado con Hernán, uno de mis amigos con el que tengo el lujo de hablar de cosas que al resto de mortales muchas veces no les importa o ni se han parado a pensar, lo triste que es que en España, muchas veces cuando se encuentra tu mirada con la de otra persona, muchas veces en el transporte público, se produce una situación tensa e incluso desagradable, que hace que inmediatamente la otra persona te deje de mirar, incluso a veces simulando como si no te hubiera estado mirando. Aquí no existe eso; y esto me gusta mucho.
En el trabajo hemos currado prácticamente de 8 a 4.30 sin hablar, salvo media hora para comer. Hoy teníamos bastante trabajo entre manos. Las compañeras guatemaltecas nos han demostrado su alucine en varios comentarios como: “Ustedes trabajan sin parar, ¿no hablan?”. Son unas mujeres encantadoras que realizan una labor humanitaria con energía y positivismo. Pero las cosas aquí, hay que reconocerlo, van a otro ritmo.
Después, por la tarde, una vez llegados al hostal yo me he echado una siesta antes de la cena (a las 7). Cuando me he despertado, cinco minutos antes de ir a cenar, ya tenían mis compañeras otra anécdota.
Marta se encontraba en los pasillos cerca de la recepción, cuando ha entrado una señora a hablar con la encargada. Marta, viendo que se trataba de una conversación interesante, “ha puesto la oreja”.
Señora: “¿Sabe usted qué pasó hoy? En el autobús cortaron la mano de una mujer”. (Me imagino la cara de Marta). “Un muchacho entro en el autobús y con un machete golpeó la muñeca de la mujer; dicen que para robarle las pulseras”.
A todo esto que la encargada del hostal no se le ocurre otra pregunta que: “¿Y qué fue de la mano? ¿Cayó al suelo?”
Señora: “Sí, sí. La mano se cayó del brazo y cayó al suelo”.
Sin duda alguna, aquí no les faltan conversaciones morbosas. El caso es que el tema de la violencia, los robos, y otros delitos, son hablados con una normalidad mucho mayor que en España. Aquí, sin ser vistos como algo bueno, son entendidos como parte de la naturaleza y de la sociedad. La legislación penal es muy conservadora (más que en España). Me refiero a que las penas son mayores y la idea de reinserción social es un concepto sin trascendencia.
Después de esta agradable anécdota han venido unos chicos de nuestra edad guatemaltecos que habían conocido el año anterior a los que estuvieron en Cobán de ESADE (como nosotros). Tras una breve presentación y una primera toma de contacto hemos quedado para vernos los próximos días y salir de fiesta y conocernos más.
Inmediatamente después de esto hemos ido a cenar y lo demás ya lo sabéis.
CANCIÓN. "El doctorado" - Tony Dize
http://www.youtube.com/watch?v=szPIgrYCxSY
No hay comentarios:
Publicar un comentario