sábado, 17 de julio de 2010
DÍA 17 DE JULIO – Viaje hacia Guatemala
FOTO. Salida del Aeropuerto de Barcelona.
A las 4 de la mañana empieza la aventura. Después de dejar la casa ordenada y mi habitación recogida me despido del que ha sido durante 3 años mi hogar y me dirijo hacia el aeropuerto de El Prat. El taxista me lleva sin tráfico alguno directo a El Prat en apenas 20 minutos. Mientras repaso mentalmente si llevo todo en la maleta por enésima vez escucho, casi en voz “en off”, al conductor del taxi. Es un hombre de unos 45 años, casado. Me explica que en cuanto tiene dinero y puede, se va a Sudamérica, en concreto a Perú; a un lugar, dice él, muy especial donde puede conectar con sí mismo y enfrentarse a sus problemas con más perspectiva. Supongo que todos debemos encontrar un lugar así; más cerca o más lejos debemos encontrar nuestro lugar de oración y/o de reflexión.
Son las 5 y ya hemos llegado todos a la terminal 1. Nos decidimos a realizar el embarque. Efectuamos un embarque bastante problemático (¡cómo no!). Y aquí, de nuevo, como en varias ocasiones he hecho, vuelvo a hacer una queja del trato e instalaciones aeroportuarias que deberían ser, el primero más que correcto y las segundas más que eficaces. La teoría difiere radicalmente de la realidad. Me refiero especialmente a las azafatas de tierra.
Ahora, no sé si es exclusivamente la compañía de Lufthansa u otras también, se requiere que antes de ponerte en la cola del embarque, pases por unas máquinas en las que con el número de reserva de vuelo en mano junto al pasaporte leído por un sensor, se emiten los billetes. Después debes ir la cola de embarque para facturar. Lo que sucede es que generalmente no se te informa previamente de la fase de la máquina, con lo cual acabas haciendo una vez la cola para que después te digan que antes de este paso debes pasar por la máquina y vuelta a hacer la cola. Podría parecer que soy un poco cenutrio, pero da la casualidad de que nadie nos informó y que prácticamente todo el mundo tuvo que hacer varias veces la cola. Sin mencionar que las máquinas no funcionan bien y su sistema no es del todo claro.
FOTO. Cristina, Marta, Carla y yo en el Aeropuerto de Frankfurt.
A las 7 despegábamos de Barcelona para llegar 2 horas más tarde a Frankfurt. Una vez en Alemania te das cuenta de que las cosas funcionan de otra forma: funcionan. Me cuesta hacer uso de éstos clichés (de la eficacia de los alemanes y la pachorra de los españoles), sin embargo, y pese a que las generalizaciones son odiosas, podemos observar patrones comunes de unos y otros.
A las 11 dejábamos nuestra querida Unión Europea para dirigirnos al George Bush Intercontinental - Houston Airport, en Estados Unidos. El nombre del aeropuerto se las trae, pero ya sabíamos en qué zona de EEUU íbamos a hacer transbordo (a la derecha del conservadurismo). Aquí decíamos adiós a Lufthansa (que nos había llevado de Barcelona a Frankfurt y de ésta a Houston). El trato fue excepcional tanto las 2 horas del primer vuelo como el del segundo; nada más y nada menos que 9 horas y media de echar alguna cabezadita, comer y beber lo que nos iban sirviendo y poco más.
A las 21 ya estábamos en Houston y hasta las 2 del día siguiente no salíamos. Cambio horario: las 21 españolas ahora serán las 15 estadounidenses. El jet lack, a parte del cansancio propio de tal periplo, empieza a hacer mella. Allí, en el Aeropuerto de Houston, aprovechamos para comer, estirar las piernas, llamar a la familia para dar señales de vida.... Una vez la hora del embarque se acercaba nos dirigimos a la puerta y allí, en el último minuto nos derivaron a otra puerta de embarque en la otra punta del aeropuerto. Por lo que vimos, esto era mucho más que común en éste Aeropuerto (los cambios de última hora sin prácticamente avisar con tiempo). Una vez llegados a la nueva puerta de embarque y haber esperado bastante, nos indicaron que habría un pequeño retraso porque había un “problema con el sillón del piloto” que debía ser arreglado.
FOTO. Marta y yo en el Aeropuerto de Houston.
Una vez solucionada esta razón técnica de peso (cara de incredulidad mientras escuchábamos los altavoces del aeropuerto) se desata una tormenta de éstas de película con fuertes precipitaciones y fortísimos vientos. Nuestro vuelo debía haber salido a las 19.05 y llegado a Guatemala a las 20.53. Al final acabamos saliendo a las 22 y llegando a Guatemala a las 12 de la noche (son tres horas de vuelo per con el cambio horario de Texas, EEUU y Guatemala se convierten en dos oficialmente). Todavía nos quedaba por esperar más tiempo en el avión.
Una vez aterrizamos en el aeropuerto de Guatemala, y fuera de la pista de despegue, el avión paró los motores. Todos pensamos que ya habíamos llegado a la Terminal de llegadas y que pronto se abrirían las compuertas. No fue así.
FOTO. Prueba de nuestro periplo aéreo.
Tuvimos que esperar una hora para la comprobación de unos polvos blancos que se habían encontrado en uno de los baños del avión. Yo lo primero que pensé fue en cocaína, sin embargo, luego hablando con la azafata me comentó que debía venir la policía a comprobarlo antes de dejarnos salir puesto que más que por tema de droga, era cuestión de seguridad nacional. El caso es que esos polvos eran similares a posibles armas de tipo químico (como el Antrax).
Después de una hora en el avión y de comprobaciones con perro policía incluido, pudimos pisar suelo guatemalteco a la 1 de la madrugada.
Menos mal que las maletas llegaron bien porque hubiera sido la guinda del pastel. Por lo demás, y pese al cansancio acumulado, estábamos felices de haber llegado.
En el aeropuerto nos esperaba un responsable del Hostal donde nos quedábamos a dormir esa noche. Al llegar al Hostal nos dirigimos a la habitación para dormir a pierna suelta hasta la mañana siguiente.
CANCIÓN. Gloria Estefan - "Hoy"
http://www.youtube.com/watch?v=eZ0Gd3t8-Yk
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