domingo, 18 de julio de 2010
DÍA 18 DE JULIO – Primeras horas en Guatemala
A la mañana siguiente nos levantamos temprano para desayunar en el mismo Hostal antes de partir hacia la Estación de autobuses (“Monja Blanca”), para “agarrar” (no coger) el bus hacia Cobán.
FOTO. En la estación de autobuses de la “Monja Blanca” en Ciudad de Guatemala.
Una vez llegados a la Monja Blanca y sin quetzales en el bolsillo teníamos que ir a cambiar. El pequeño gran problema es que era domingo y todos los bancos estaban cerrados.
Las chicas se quedaron con los maletones en la estación y yo me aventuré a adentrarme en la peligrosa Ciudad de Guatemala. No me hacía mucha gracia por todo lo que nos habían advertido tanto los propios guatemaltecos como Carles y Roser (los organizadores del Programa SUD). A veces te planteas la exageración de ciertas advertencias, pero no era el caso de ésta. No hacía falta nada más que abrir los periódicos para darse cuenta de la tremenda inseguridad de la capital guatemalteca. Sin embargo, era o salir de la estación de autobuses y poder marchar para Cobán, o quedarnos allá sin solución alguna. Fui de hotel en hotel, donde el primero me aseguraba que el segundo cambiaba y así hasta un total de cinco hoteles (más hostales que hoteles, con la connotación negativa del segundo concepto). Poco a poco me alejaba más y más de la estación, pero sabía que no podía volver sin el cambio hecho (cambio suficiente para pagar los billetes).
Finalmente, en una farmacia la amable dependienta me dijo que a 5 cuadras (manzanas) más allá había un centro comercial donde cambiaban algunos señores. Nos despedimos yo agradeciéndole mucho su amabilidad y ella deseándome suerte y despidiéndose con un “con cuidado”. Es una forma de despedirse guatemalteca, pero en esa situación me hacía estar más inseguro.
Sin embargo, yo, me decidía a andar con seguridad, con cara firme pero amable y con un paso vivo pero no apresurado.
Llegué al “centro comercial” y pregunté de nuevo. El señor que más o menos de forma oficial cambiaba quetzales por dólares no había llegado aún y debía esperar. Pero era tiempo lo que no tenía. Me advirtieron que había un hombre, sin embargo, que lo hacía clandestinamente.
Creo que no lo pensé dos veces. Si lo hacía, no llegaríamos a Cobán. Me dirigí a él y le comenté: “Necesito cambiar dólares a quetzales”. “El cambio que aceptaré serán 20 dólares por 150 quetzales”. El cambio oficial es más o menos ese. El señor me dijo que de ninguna forma y tras una negociación, poco impositiva por mi parte, porque sabía que no tenía tiempo y que verdaderamente necesitaba ese cambio al final accedió a cambiarme los 20 dólares por 140 quetzales.
Nos encontrábamos en la puerta del centro comercial, en plena calle. En las esquinas se podía ver como había señores y chicos esperando no se qué; pero el caso es que cada poco se les acercaban otros señores y con un apretón antes y otro 30 segundos después se despedían como si nada. Les diré una cosa: piensen mal y acertarán.
El hombre del cambio me dijo que le siguiera. Le seguí escaleras abajo hasta la planta menos dos. Si en la entrada del centro comercial tenía sensación de inseguridad allá abajo no se pueden imaginar. Sin embargo, entablé una conversación con el hombre para coger un poco más de confianza. Después de zigzaguear por unos pasadizos muy tenues llegamos a una tiendecilla que estaba cerrada. Tuvo que llamar con dos golpes secos en la puerta. Allá había dos mujeres prácticamente encerradas en un zulo. En dos segundos todo había acabado; felizmente.
Desanduve los pasos que antes había dado y en 15 minutos llegué a la estación de autobuses donde me esperaban impacientes y preocupadas Cristina y Marta. Compramos los billetes a Cobán (40 quetzales por persona) y ya pude descansar y quedarme tranquilo. Mientras, ellas me preguntaban qué había hecho para conseguirlo y yo brevemente les comenté entre incrédulo y enfadado conmigo mismo por haberme arriesgado desproporcionadamente. Había salido bien pero ¿y si no hubiera sido así?
FOTOS. En el microbús hacia Cobán.
El viaje en autobús fue movidito. Fueron 4 horas de curvas por carreteras montañosas y con un conductor más que temerario. Sin embargo, llegamos sanos y salvos a Cobán.
Una vez bajados del autobús y con nuestros maletones nos dirigimos al Hostal, no sin dar un rodeo extraño por haber confundido Cris, con toda la razón, otra de las sedes del Hostal que se encuentra en otra zona del poblado con la nuestra con el nuestro. ¡Hay que ver, la mitad de los hostales de Cobán se llaman Doña Victoria!
FOTO. Hostal Doña Victoria.
En el hostal, después de dejar las cosas en la habitación, nos encontramos con María, Elena, Carla y Eva (“las chicas de ADE”).
Las chicas de ADE nos comentaron que estaban bastante preocupadas porque habían oído que uno de los autobuses de la línea Ciudad de Guatemala – Cobán (concretamente el que salía unas horas después al nuestro) había sufrido un accidente y había muertos y heridos de gravedad, con españoles incluidos.
En estos casos te preguntas: “¿y si no me hubiera arriesgado y hubiera sacado dinero de la persona más segura y no hubiéramos llegado a coger nuestro autobús sino el del siniestro?”
También piensas: “menos mal que no era yo”. Y posteriormente un: “espero que estén bien”. Además las reflexiones son en este orden. ¿Qué nos sale; el carácter natural egoísta del ser humano o simplemente el instinto de supervivencia?
CANCIÓN. "Caraluna" - Bacilos
http://www.youtube.com/watch?v=5Jyc16LxZqA
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